En este sentido la base determinante del juicio estético no puede ser más que subjetiva.
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El juicio de gusto supone precisamente la unificación, la síntesis en una proposición, de la representación y de la relación de esta representación con el sujeto. Por ello el juicio de gusto precede al sentimiento de placer,Es decir en el tercer momento de la analítica de lo bello; dice que la mencionada comunicabilidad universal hace que el juicio estético sea justamente eso: un juicio.
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Pero, por otro lado, la pretensión de ser estético se funda en el a priori de la finalidad. Finalidad que, por otra parte nos aclara sobre aquello que dice que las ideas de la razón descubren la tarea infinita del conocimiento.
Ya que, en este sentido, la finalidad aparece precisamente cuando la conciencia descubre sus límites y puede pensar que hay un en sí. Pero curiosamente se trata de unos límites que no limitan, ya que la conciencia puede y debe avanzar en su eterna tarea, y no quedarse pasiva ante dichos límites.
Con el principio de finalidad no alcanzamos a comprender el organismo, pero sí llegamos a concebirlo, y esto es lo que hace falta para describirlo y hacerlo asequible a la mecánica. Es, por lo tanto, una idea que indica a la experiencia la existencia de nuevos problemas, y, los coloca ante los ojos; es una idea que señala los límites de la experiencia, y al mismo tiempo afirma que esos límites no son limitaciones. Es una idea que realiza en la dirección teórica de la conciencia su misión apriorística de unificar y abrir perspectivas siempre nuevas.
Como ya sabemos, hay un a priori de la intuición (en función el espacio y el tiempo) y otro del entendimiento (en función de las categorías). Estos dos a priori tienen que ver con el ser de las cosas. Ahora bien, también hay un a priori en la idea. Éste no es otro que la finalidad, y tiene que ver, no ya con el ser, sino con el deber ser de las cosas.
El juicio estético se refiere a este tipo de a priori, ya que, ante todo, dicho juicio nos expresa un modo de sentir de las cosas, no un modo de ser de éstas. Como no podría ser de otro modo, la finalidad estética es subjetiva. Esto es, no tiene que ver con la objetiva finalidad de la naturaleza. Se trata, pues, de una finalidad sin concepto; ya que, como venimos insistiendo, a la estética no le interesa la existencia, el ser del objeto.
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El gusto necesita de la voluntad del sujeto, es particular.
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